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Home -- Spanish -- Romans - 049 (Paul’s Anxiety for his Lost People)
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ROMANOS - El Señor es nuestra Justicia
Estudios en la Epístola de Pablo a los Romanos
PARTE 2 - La justicia de Dios es inamovible aun después del endurecimiento de los hijos de Jacob, Sus elegidos (Romanos 9:1-11:36)

1. La gran tristeza de Pablo por su pueblo perdido (Romanos 9:1-3)


ROMANOS 9:1-3
1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne

El apóstol Pablo comienza su explicación acerca del endurecimiento del corazón de los judíos, su pueblo, con estas palabras sorprendentes: “Verdad digo en Cristo”. No presenta una filosofía u opinión particular, sino que habla con amargo conocimiento y certeza después de pasar por sufrimientos, los cuales no fueron producidos por sí mismo, sino por su permanencia en Cristo. No comparte con nosotros sus propias creencias, sino que es Jesús el que habla por medio de él, pues el Señor es la cabeza espiritual y sus seguidores son los miembros activos de su cuerpo espiritual.

Pablo usa la expresión, “mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo”, para afirmar a los lectores de esta epístola que su confesión sincera es la pura verdad. Mi Cristo es el Salvador por medio de quien el Espíritu de verdad obra. Este Espíritu no permite la mentira, o torcer la verdad, manipularla, exagerarla o evadirla, sino que conduce a los seguidores de Cristo a dar testimonio de ella, de modo que sus afirmaciones sean correctas y maduras.

La conciencia del apóstol llegó a ser su brújula espiritual. No se movía por su cuenta, conducido por sus emociones, porque su corazón había sido renovado y entregado a la dirección del Espíritu Santo. Este Espíritu divino confirmó la verdad de sus palabras claras y transparentes, dando paz a su conciencia y dando testimonio a la veracidad de su enseñanza, de modo que su enseñanza fue confirmada en todos los sentidos.

Habiendo considerado la veracidad del apóstol nos preguntamos, ¿de qué dio testimonio?

Dio testimonio de que tenía profunda tristeza por su pueblo desobediente. El apóstol estaba tan triste por sus parientes y amistades judíos que la tristeza no se apartaba de él. Esta gran tristeza, debida al creciente endurecimiento de su nación, llenó su corazón y siempre estaba presente. Su corazón sufría viendo a tantos de sus compatriotas ciegos e incapaces de reconocer las verdades espirituales que les fueron reveladas. El deseo del apóstol fue salvarles, pero ellos no querían ser salvos, porque se creían justos, sin necesidad de la salvación que Pablo proclamaba.

La tristeza de Pablo llegó hasta el punto de estar preparado para ser separado de Cristo y sufrir el castigo que correspondía a su pueblo, si esto podía ser el medio de su salvación. Su amor por su pueblo fue tan intenso que él estaba dispuesto a sufrir la condenación eterna en su lugar, a fin de que ellos pudiesen ser salvos.

Pablo vio a su pueblo perdido como su familia y su tribu. Los consideraba parientes y familiares porque descendían de los mismos antepasados. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese y a renunciar todo para salvarles de la ira de Dios.

ORACIÓN: Oh, Señor Jesucristo, Tú lloraste sobre Jerusalén (Lucas 19:41), y sufriste por la desobediencia y dureza de corazón de tu pueblo, pero perdonaste sus pecados en la cruz cuando oraste: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Ayúdanos, oh Señor, a amar a nuestro pueblo, a sufrir por su creciente incredulidad, y a orar por ellos, y también por los hijos de Jacob, para que lleguen al arrepentimiento sincero y te reconozcan y acepten. Amén.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál fue el motivo de la gran tristeza de Pablo?
  2. ¿Qué estaba dispuesto a sacrificar Pablo por la salvación de su pueblo?

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