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2. El traidor expuesto y desconcertado (Juán 13:18-32)

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JUÁN 13:18-19
18 »No me refiero a todos ustedes; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”. 19 »Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda crean que yo soy.

Judas vivió apenado, sin amar la mansedumbre y el servicio. Eligió la violencia, el dominio y la traición. Deseó enseñorearse de Jesús mediante el engaño. Es posible que pretendiera forzar la mano de Cristo para hacerse con el poder. Mientras que en el fondo era un opositor que deseaba pisotear a Jesús y tramar su ejecución. No se dio cuenta de lo que implicaba el amor y fue orgulloso, mientras que Jesús se humilló. Judas se propuso la arrogancia, el dominio y los medios violentos, mientras que Jesús eligió seguir siendo un siervo manso y amable.

Jesús estaba preparando a sus discípulos para la hora de la traición, para que no dudaran de su Señorío, aunque fuera a ser entregado a los gentiles. Él es el Señor en persona, dando testimonio de su hora de debilidad por adelantado, llamándose a sí mismo el "YO SOY". Con esta expresión Dios se reveló en la zarza ardiente ante Moisés. Quería confirmar la fe de sus discípulos con tales garantías de su divinidad para que no cayeran en la duda y la tentación.

JUÁN 13:20
20 "Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió."

Jesús liberó a sus discípulos del miedo con respecto a su arresto y muerte. Su encargo y su protección los preservarían. Jesús envía a sus seguidores y va con ellos. Sus servidores no van en sus nombres individuales, sino en el nombre de su excelso Señor. Quien los recibe, recibe la Santísima Trinidad. Quien cree en sus palabras, se convierte en hijo de Dios. Esta misión es difícil: Exige abnegación y amor a los enemigos y permanecer firmes en la pobreza y el desprecio. A pesar de ello, saben que Dios habita en ellos. Dondequiera que vayan, Él va con ellos y dondequiera que Él quiera que sirvan, su Espíritu los dirige hacia sus objetivos, para que su tarea sea completa.

ORACIÓN: Señor Jesucristo, ayúdame a comprender que no puedo permanecer en ti, si no me convierto en tu siervo. Deseo que siempre seas para mí el modelo de vida, para seguir siendo humilde en los encuentros y siervo para mi familia. No permitas que dé lugar a Satanás en mi corazón. Ayúdame a no limitarme a hablar de servir, sino a practicarlo con tu poder y sabiduría.

PREGUNTA:

86. ¿Qué aprendemos del ejemplo de Cristo?

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