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Home -- Spanish -- Colossians -- 020 (Worship of God the Father)
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COLOSENSES - Cristo en vosotros, la esperanza de gloria
Meditaciones acerca de la epístola del apóstol Pablo a la iglesia en Colosas

PARTE 1 - Los fundamentos de la fe cristiana (Colosenses 1:1-29)

4. La alabanza a Dios el Padre por la gloriosa meta de la iglesia (Colosenses 1:12-14)


COLOSENSES 1:12-14
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; v.13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, v.14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

Un factor importantísimo en la vida, los pensamientos y las predicaciones del misionero a las naciones seguía siendo la intensa oración. El puso mucho énfasis de que se de gracias al Padre, de quien vienen todas las motivaciones, fuerzas y bendiciones. Deberíamos preguntarnos si en nuestras vidas y ministerios existe un alegre agradecimiento hacia el Padre, o si seguimos pensando que nosotros mismos podríamos cumplir nuestras responsabilidades. Pablo nos exhorta a agradecer con gozo al Padre, no como una amarga obligación, sino como respuesta agradecida por su ilimitada plenitud de gracia y amor.

Con una mirada hacia el futuro el apóstol repite con insistencia a la iglesia en Colosas, que no es por ellos, sino por su Padre celestial,que fueron hechos dignos y aptos para poder decirle Padre, y comenzar su regreso a casa y tener la seguridad de poder compartir su eterna gloria. El Todopoderoso ya había asegurado al beduíno Abram por su obediencia y fe: “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1). Ese “sobremanera grande galardón” no era algo creado, sino el Creador mismo. La herencia de los santos en luz, consiste en que el Espíritu del Padre y del Hijo haya hecho morada en ellos y les aseguró anticipadamente aquí en la tierra, que fueron ya integrados en la familia del Padre. La gracia y el amor de la divinidad mora realmente en los santos que se adelantaron, que ahora andan en la luz, como El está en luz (1.Juan 1:7; 3:2). Pablo, quien vio al glorioso Cristo ante las puertas de Damasco estaba convencido, que la sobrenatural existencia de Jesús en el poder y la gloria de su Padre era también la meta prometida de los escogidos. Ellos creen en ese Hijo de Dios, le siguen y ya ahora están participando de su resurrección, su vida eterna y su gloria aun no manifestada (Romanos 8:17.18; 1.Juan 3:2 y otros). Pablo estaba seguro de la nube de testigos, que observa el transcurso de la historia, y espera con ansias los pasos de valor que debiera dar la iglesia de Jesús: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1.2) ¿Conoces a algunos de estos santos ya trasladados a la patria celestial, que observan tus decisiones y hechos y también las nuestras y les importa la venida del reino de Dios? Pablo mismo es uno de los retornados, porque él firmó ese texto con la palabríta “nosotros”, esto implica, que también él fue hecho digno de compartir la herencia de los santos en luz, sólo por la gracia.

Nuestra liberación de la potestad de Satanás

Pablo quería profundizar esa frase temática de su carta y explicaba a los colosenses, cómo ellos junto con todos los santos y también con él fueron hechos dignos y aptos para vivir en la luz de la gloria de Dios. El escribe: “Ellos son librados del dominio de la mentira y del poder de la oscuridad”. Esa bondadosa salvación es una liberación por medio de Jesús, que rescata a los poseídos del dominio del infierno y enciende en ellos la luz del cielo.

Pablo mismo experimentó la existencia de la potestad de Satanás, porque él en su odio fanático, como jurista de la ley mosaica, perseguía a los seguidores de Cristo, los maltrataba y los mataba. El pensaba servir así al Dios del Antiguo Pacto, porque no conocía al crucificado y resucitado Salvador del mundo. Pero cuando éste le cerró el camino hacia Damasco y le traspasó con su luminosa gloria, cayó espantado al suelo y reconoció la realidad de Dios y al mismo tiempo su propia perdición.

Personas dominadas por Satanás están ciegas a la realidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Ellos reconocen su pecaminosidad en forma irreal. El malo es mentiroso desde el principio y seduce a la gente a intentar la liberación por ellos mismos. Por eso, su espíritu está entenebrecido, se han endurecido y no tienen misericordia, sin embargo se creen educados, buenos y piadosos. Incluso viles pecadores no quieren reconocer que están listos para el infierno, aunque sospechan su angustiosa situación y condenación y muchas veces están atormentados por los demonios.

Pablo testifica con valor: El Padre de Jesucristo nos libró a nosotros, los enamorados de Jesús, del poder de Satanás. El puso luz en nosotros y nos trasladó al reino de su divino poder. Satanás ya no tiene derecho ni potestad sobre aquellos que, por el Redentor Jesús han sido incorporados en su reino. Nuestros pecados son perdonados. El sacrificio expiatorio de Jesús nos ha justificado. El acusador fue arrojado del cielo (Apocalipsis 12:9-12). ¡Somos libres! El Padre y el Hijo han puesto su vida en nosotros. Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Pero el que piensa que el infierno, Satanás y la oscuridad son sólo cuentos, ya está bajo su dominio. Sólo bajo la luz de Dios reconocemos la realidad (Juan 3:3.5.19-21 y otros). Jesús salva a todos los que quieren ser salvos,a los que se humillan y confiesan sus pecados, los que creen en su Redentor y se unen a El ahora y para la eternidad.

Nuestro traslado al reino de Cristo

Al final del año escolar, los alumnos esperan pasar al siguiente nivel más alto de estudios y se gozan con júbilo, cuando definitivamente se les otorga ese privilegio. Pablo escribe a los colosenses, que ellos y también él mismo ya fueron trasladados al reino del Hijo de Dios. ¿Dónde están nuestro júbilo y agradecimiento? En el último examen, concerniente a nuestra recepción al cielo, todos hemos fracasado y recibimos la calificación de “insuficiente”. Pero, a pesar de esto, hemos sido trasladados, sólo por gracia. El privilegio de Jesús y sus facultades fueron atribuídos a nosotros. Sólo por El hemos sido recibidos en el lugar del amparo de Dios, para siempre.

Pablo escribe del reino de Dios, el Padre, como del reino de su amado Hijo. Ellos dos son uno. El Padre ha puesto a su amado Hijo como Señor y Rey sobre su reino. A El se le entregó todo el poder en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18). El justifica a cada miembro de su pueblo por su sacrificio expiatorio y derrama su Espíritu Santo en sus seguidores purificados, para que vivan eternamente (Juan 1:33). El rey,de sí mismo, engendra a su pueblo. Acerca de este maravilloso misterio encontramos un simple ejemplo en la reina de las abejas. En cierto modo la abeja maestra, la “reina de las abejas”, demuestra algo de este maravilloso misterio.

El reino de Dios es “rico” en amor, pues, “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1.Juan 4:16). Jesús es el amor de Dios humanizado. El Hijo es como el Padre, lleno de paciencia, poder y misericordia. Su reino no se asemeja a un campo de concentración, sino es un lugar de protección para sus seguidores, que están llenos de amor, paz, gozo y agradecimiento. Ellos obedecen gozosos, inmediata y totalmente a su Señor y Salvador, porque nadie les ama tanto como El. ¿Has sido trasladado al reino del amor de Cristo? ¿De qué manera se reconoce esto?

Los escritos del Nuevo Testamento hablan 126 veces del reino de Dios, el Padre y de su Hijo, y 136 veces de la iglesia de Jesucristo. Ella es la tropa de asalto en y con la nueva creación del reino de Dios. Nosotros somos liberados del poder de Satanás, para llamar a muchos de sus esclavos, a la libertad espiritual de los hijos de Dios.

La salvación de pecados por el Hijo de Dios

Pablo era sobrio y sensato. No sólo escribía acerca de luz y tinieblas, de Dios y Satanás, sino que aclaró el punto central y el ojo de la cerradura para la recepción de salvación. El señala a Jesucristo. Sólo en él tenemos la redención del poder de Satanás, del pecado y de la ira de Dios. El Hijo de Dios, hecho hombre, pagó con su muerte vicaria nuestro rescate, para que fuésemos librados del poder de Satanás y sacado del mercado de esclavos del pecado. (Mateo 20:28).

Jesús pagó la culpa de todos los hombres, pero no todos creen en su sacrificio que liberta. Sólo en aquellos que creen en él y que aceptan su mano de bendición extendida, se realiza el perdón de sus pecados. La salvación es consumada. Jesús no tiene que morir otra vez por musulmanes, judíos, budistas y comunistas. Todos ellos son rescatados, pero aún así, no lo creen. Por eso, por su falta de fe, se excluyen ellos mismos de esta salvación que fue consumada.

Pablo escribió este conmovedor informe parcial, con su definición para la iglesia de Jesucristo y su eterno derecho básico, no como doctrina, sino como testimonio y exhortación para el agradecimiento. ¿Quién agradece ahora al Padre celestial con gozo, por el regalo de este gran privilegio?

ORACIÓN: Padre, te alabamos y exaltamos, porque nos has rescatado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de tu amado Hijo, quien nos ha comprado del mercado de esclavos del pecado con su sangre, y nos ha perdonado todos nuestros pecados. ¿Quiénes somos, que nos has incorporado sólo por gracia, aún hoy con tus santos en luz? Queremos agradecerte a ti y a tu Hijo Jesús toda nuestra vida. Amén.

PREGUNTA:

  1. ''¿Cómo nos rescató Cristo de la potestad de las tinieblas?

www.Waters-of-Life.net

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