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Home -- Spanish -- Acts - 100 (Paul’s Parting Sermon)
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HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 2 - Informes Sobre La Predicación Entre Los Gentiles Y La Fundación De Iglesias Desde Antioquía Hasta Roma - A Través Del Ministerio De Pablo, El Apóstol Comisionado Por El Espíritu Santo (Hechos 13 - 28)
D - El Tercer Viaje Misionero (Hechos 18:23 - 21:14)

9. Sermón de despedida de Pablo a los obispos y ancianos (Hechos 20:17-38)


HECHOS 20:17-24
17 Desde Mileto, Pablo mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso. 18 Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben cómo me porté todo el tiempo que estuve con ustedes, desde el primer día que vine a la provincia de Asia. 19 He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas, a pesar de haber sido sometido a duras pruebas por las maquinaciones de los judíos. 20 Ustedes saben que no he vacilado en predicarles todo lo que les fuera de provecho, sino que les he enseñado públicamente y en las casas. 21 A judíos y a griegos les he instado a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús. 22 »Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. 23 Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos. 24 Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

El barco de Pablo se detuvo en el puerto de Mileto, y el apóstol pidió a los ancianos y a los dirigentes de la iglesia de Éfeso y de Asia, su provincia, que acudieran a él, aunque estuvieran a 60 kilómetros del puerto de Mileto, pues consideraba desaconsejables sus visitas a Éfeso después de que la gente de allí se amotinara contra él. Los hermanos fieles se apresuraron a acudir a él para ver a su padre espiritual en Cristo, escucharle y recibir de él la bendición y el poder divinos para sus ministerios en el Espíritu Santo.

En esta ocasión, Lucas nos habló del único sermón de los Hechos de los Apóstoles que Pablo pronunció a sus colaboradores y a los ministros de las iglesias. Es bueno que cada creyente y ministro de Cristo profundice en el estudio de cada palabra de este discurso, pues contiene orientaciones sobre cómo alcanzar un servicio fructífero en la predicación y en la iglesia. Pablo presentó tres puntos:

La forma de su servicio.
El contenido de su predicación.
La clarificación del futuro por el Espíritu Santo.

Pablo fue el embajador de Cristo ante todas las naciones. Sin embargo, vino como un siervo sencillo y humilde, así como Cristo fue manso y humilde de corazón. El que no viene a la iglesia con esta actitud, y no encarna estas virtudes en su ministerio y oficio, destruye y no edifica.

Hay que mencionar que el destino del ministerio de los siervos del Señor no es en primer lugar la iglesia, sino el Señor mismo, ante quien son responsables. Ellos lo aman, y desean presentarle la iglesia como una novia santa. Este ministerio no es tan dulce como comer miel, pero significa liberar a los esclavos de las ataduras del pecado, limpiar a los que caen en el fango pecaminoso, soportar a los rebeldes obstinados, guiar a los bebés espirituales con excesiva paciencia y bendecir a los enemigos que los persiguen. El demonio tiene como primer objetivo a los ministros del Señor para hacerles caer de la altura del amor al fango del adulterio, del odio y de la antipatía mediante tentaciones, engaños y violencia. Por eso Pablo garantiza a los siervos del Señor que el distintivo del ministerio son muchas lágrimas, problemas y pesares; y no frutos, alegría, gozo y descanso. El que desea servir al Señor debe prepararse para los problemas, el rechazo y la disputa, y no para un aumento de sueldo, ni para el ascenso a un rango superior, ni para ilusiones espirituales.

Pablo representaba en su carácter la doctrina cristiana ante la iglesia. Vivía lo que decía y se comportaba de acuerdo con lo que predicaba. Su buen ejemplo era el resumen de su evangelio, y sus hechos eran tan importantes como sus palabras. Esto indica que nuestra conducta en nuestro entorno es un testimonio indudable de la redención, el amor y el poder de Cristo. Todo lo que no se encarna en ti no puede ser comprendido por tus oyentes, pues tu conducta es el fundamento de tu predicación.

Al exponer las implicaciones de su evangelio, Pablo siguió tres procedimientos: predicación, enseñanza y testimonio. Utilizó las palabras adecuadas para cada uno, según su entendimiento. A los niños espirituales no les dio alimento espeso, sino leche y yogur para que pudieran entender y digerir su evangelio. Pero principalmente la finalidad de su testimonio era el crecimiento de los creyentes en Cristo, para que con el tiempo comprendieran todos los significados de la palabra de Dios y no les faltara ninguna vitamina para que la vida espiritual se establezca en ellos. Pablo no ocultó ni retuvo nada de la plenitud de Cristo, sino que reveló a la Iglesia el plan redentor universal de Dios, comenzando por las promesas, las gracias y los potenciales espirituales. Dirigió a los creyentes hacia las bendiciones, los poderes y el consuelo, y les instó a la esperanza, a prepararse para la venida de Cristo y a la gloria que vendrá sobre los quebrantados de corazón.

Pablo no se contentaba con sus sermones durante las reuniones de la iglesia, sino que visitaba a las familias en sus casas, y hablaba a los individuos en sus negocios, o en las calles, y los convencía de que debían salvarse de la ira de Dios, y continuar en la gracia de Cristo.

El primer tema del sermón de Pablo era el arrepentimiento, volverse a Dios y la conversión, para que los que buscan a Dios dejaran de amar su dinero y a sí mismos y se adentraran de forma personal con el Santo, estudiaran su voluntad, reconocieran sus pecados, confesaran sus faltas y se avergonzaran por sus fechorías. De ese modo, no hay fe verdadera sin arrepentimiento profundo, y no hay perdón sin reconocimiento de los pecados personales. ¿Tiemblas y sientes repugnancia por tu pasado? ¿Tienes temor de Dios? ¿Te niegas a ti mismo, confiesas tus pecados ante el Santo y vives continuamente arrepentido y quebrantado?

La primera meta de nuestro conocimiento de Dios es el quebrantamiento de nuestro hinchado egoísmo. Y la segunda meta es recurrir a Cristo, pues no hay esperanza para el mundo, ni en el presente, ni en el futuro, sino en Cristo Jesús. Esta unidad con Cristo es nuestra fe, que comienza con escuchar de su persona, nuestro interés por él, nuestro acercamiento a él, nuestra confianza en él, nuestro compromiso con él, nuestra permanencia en su persona y nuestra esperanza en su venida. Entonces reconocemos que, antes de que lo buscáramos, Él pensó en nosotros, nos reconcilió con Dios, esperó a que nos volviéramos a Él, nos atrajo hacia sí en su amor, nos recibió a los que andábamos descarriados, nos purificó, nos santificó, nos llenó de su Espíritu Santo, nos admitió en la comunión de los santos y nos llamó a servir a Dios. Vemos en nuestra fe en Cristo un doble movimiento: nuestro ir a Él, y su venir a nosotros. ¿Ya tuviste un encuentro personal con Cristo, y creído en el Nuevo Testamento? Él está dispuesto para salvarte. ¿Crees en él?

Pablo dijo que estaba obligado por el Espíritu Santo, porque había prescindido de la libertad de su vida mundana, y vivía en y para Cristo. No seguía sus propios caminos, sino que escuchaba en todo momento la guía del Espíritu Santo. Este guía divino que le envió a Jerusalén le dijo de antemano que allí le esperaban dolorosas tribulaciones al final de su vida apostólica, como las había sufrido su Señor al final de su vida en Jerusalén. El resultado de su cansancio y sus frutos no fueron los galardones y el honor, sino las aflicciones, el encarcelamiento y el desprecio.

Pablo no huyó del desastre que se le venía encima, sino que se acercó a él con cautela. No se consideró una persona importante o notable, ni escribió su biografía, ni recopiló sus experiencias, sino que se consideró inútil y confió plenamente en la obra del Señor viviente. ¡Ojalá que el Señor nos conceda esta posición en nuestra vida! Ojalá nos considerásemos útiles para que Él lo fuese todo en nosotros.

Además de esta abnegación, Pablo se proponía otras dos cosas: Primero, que permaneciera fiel a su Señor en las tentaciones que le sobrevinieran, y que no cayera en ofensas y odios, sino que amara a sus enemigos, les perdonara sus agresiones contra él y continuara conduciéndose en santidad y gracia. En segundo lugar, no se contentaba con seguir siendo fiel en su conducta, sino que también deseaba terminar su sagrado ministerio, pues no vivía para sí mismo, sino para su Señor y su Iglesia. Pablo no buscó este servicio para sí mismo, ni era capaz de llevarlo a cabo, sino que Cristo lo eligió, y le dio el poder para cumplir con sus deberes.

¿Cuál fue el resumen de su vida en el ministerio? Fue sólo testimonio de la gracia. El Dios santo no se enojó con nosotros puesto que Cristo nos ha justificado; por el contrario, Él se manifestó como nuestro Padre, ofreciendo el Espíritu Santo a todos los que amaban a Jesús, haciendo de los pecadores corrompidos sus hijos en santidad. ¿No es esto una gracia, una verdadera gracia?

ORACIÓN: Oh Padre celestial, te adoramos con alegría, gratitud y alabanza, porque no nos destruiste por nuestros muchos pecados, sino que tuviste misericordia de nosotros en Jesucristo, y nos hiciste hijos tuyos por la gracia. Ayúdanos a caminar dignos de la gracia, y a predicar tus virtudes a todos los desesperanzados.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál es el modo, el contenido y el resumen de la predicación del apóstol Pablo?

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