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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 2 - CRISTO ENSEÑA Y MINISTRA EN GALILEA (MATEO 5:1 - 18:35)
D - LOS JUDÍOS INCRÉDULOS Y SU ENEMISTAD CON JESÚS (MATEO 11:2 - 18:35)
3. EL MINISTERIO Y LOS VIAJES DE JESÚS (MATEO 14:1 - 17:27)
m) La transfiguración de Jesús en el monte Hermón (Mateo 17:1-8)MATEO 17:1-8 Seis días después de que los discípulos quedaran conmocionados por la noticia del inminente juicio y muerte de Jesús, y por la enseñanza de negarse a sí mismos, Jesús se apartó de ellos. Sus esperanzas mundanas se habían desvanecido, y debían prepararse para la persecución. Jesús escogió a tres de ellos y los llevó al alto monte Hermón para orar. Mientras oraba, su aspecto cambió. Su rostro brillaba como el sol, porque se había retirado el velo de su esencia divina. Su gloria eterna se reveló. Esta transfiguración sucedió durante la oración. En ese momento, los discípulos comprendieron la realidad de su vida, una vida que no podía ser vencida por la muerte. Jesús se transfiguró ante ellos para que tuvieran la certeza de su promesa de resucitar en gloria. Aquellos que por fe perciben la belleza del Señor no pueden sino desear habitar en su presencia todos los días de su vida. Es bueno tener un lugar en la santa presencia de Dios, una morada constante en el lugar santo de Dios, como si fuera tu hogar favorito, y no como un vagabundo perdido en la oscuridad. Cristo había predicho sus sufrimientos y les dijo a sus discípulos que esperaran lo mismo. Sin embargo, Pedro olvidó esto o, en su deseo de evitarlo, propuso construir tabernáculos en el monte de la gloria, alejados de cualquier problema. Insistía: “Maestro, cuídate a ti mismo”, a pesar de que ya había sido reprendido anteriormente por decir lo mismo. De repente, Moisés y Elías aparecieron junto a Jesús. Los santos que ya habían muerto siguen viviendo, pensando, hablando y sirviendo a Dios en la belleza de la santidad y la gloria. Esta extraordinaria aparición fortaleció la fe de los tres discípulos, confirmando que Cristo es el Señor de la ley mosaica y el cumplimiento de todas las profecías. Cristo moriría como un sacrificio sin mancha, siendo el verdadero Cristo prometido a los gentiles. La muerte de Cristo estaría en perfecta armonía con Moisés, el intercesor del Antiguo Testamento, y con el mensaje de Juan el Bautista, quien preparó el camino del Nuevo Testamento. También los orientaba hacia la verdad de que Dios mismo había dispuesto que su Hijo muriera, ya que nadie entra en su gloria si no es mediante la expiación de Cristo. Moisés y Elías fueron grandes hombres y favorecidos por el cielo, pero no eran más que siervos espirituales con quienes Dios no siempre estuvo complacido. Moisés habló sin pensar, y Elías era un hombre sujeto a pasiones. Pero Cristo es "un Hijo", y en él Dios siempre estuvo complacido. Moisés y Elías fueron, en ocasiones, instrumentos de reconciliación entre Dios e Israel. Moisés fue un gran intercesor, y Elías un poderoso profeta de advertencia. Sin embargo, en Cristo, Dios está reconciliando al mundo consigo mismo. Su intercesión es mucho más amplia que la de Moisés, y su reforma mucho más efectiva que la de Elías. Pedro expresó el anhelo de todo ser humano por ese encuentro paradisíaco con los espíritus glorificados en la presencia de la gloria de Cristo, porque todos anhelamos vivir con Dios en el cielo. Eso es lo que susurra nuestro corazón. Pedro quiso aferrarse al cielo, proponiendo construir cabañas para los patriarcas glorificados, olvidando por completo a sus compañeros y a sí mismo. No era plenamente consciente, porque la gloria de Dios sobrepasa todo entendimiento. Dios cubrió a los patriarcas con una nube de su gloria, llena de luz, vida y protección. ¡Qué maravilloso sería que esa nube del amor de Dios cubriera nuestra nación, para que, por temor a la presencia del Santo, nos postremos y lo adoremos! ¡Oh, que pudiéramos escuchar la voz de nuestro Padre celestial proclamando que Jesucristo es el amor de Dios hecho carne! El camino de Cristo hacia la cruz es el plan de Dios para salvar al mundo. El Padre se complació en la obediencia de su Hijo, quien redimió al mundo con su muerte expiatoria. La voz de Dios penetró en el corazón de los sorprendidos apóstoles. Pero Cristo los ciñó y los levantó. Quien escucha su palabra morirá por causa de sus pecados, pero vivirá para la justicia. Olvidemos todas las luces brillantes de nuestro mundo y fijemos nuestra mirada solo en Jesús, la verdadera luz del mundo. ¿Lo has visto? ¿Es Él el centro de tu corazón, el foco de tu vida? A diferencia de Moisés con su ley y Elías con sus proclamas proféticas, Cristo permanece para siempre. Nuestros guías terrenales pasarán, pero Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:7-8). ORACIÓN: Padre celestial, te glorificamos por la transfiguración de Jesús ante los discípulos elegidos y por su manifestación como Salvador en su gloria original. Te damos gracias porque se despojó de sí mismo y murió por nosotros, cumpliendo tus promesas en la ley mosaica y las revelaciones de los profetas. Ayúdanos a no ver a nadie más que a Jesús, tu unigénito Hijo, para que su imagen quede sellada en nuestros corazones, para que seamos transformados en su plena obediencia y para que podamos ofrecer su salvación a quienes nos rodean. Te alabamos porque Cristo, con su muerte, nos sacó del pecado y nos llevó a la gloria. PREGUNTA:
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