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l) Primera predicción de Jesús sobre su muerte y resurrección (Mateo 16:21-28)

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MATEO 16:26
26 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? (Salmos 49:9, Marcos 8:36-37; 9:25, Lucas 12:20)

Un astronauta regresó de la luna y buscó a Dios, porque mientras estaba en su nave espacial, reconoció la belleza y la riqueza de la tierra. No siempre es así. Por naturaleza, las personas son corruptas y no reconocen la creación de Dios como un llamado a sus corazones. Todos son malvados porque viven sin su Creador. Este astronauta encontró sus respuestas en Cristo y se convirtió en testigo de su poder redentor.

Un millonario que vivió en aislamiento murió. Se descubrió que solía envolver su cuerpo con periódicos, ya que era tan tacaño que no compraba ropa para sí mismo. La riqueza y el éxito no necesariamente nos traerán felicidad.

Querido amigo, ¿has reconocido que ningún hombre es puro de corazón? ¿Que todos están profundamente contaminados? ¿De qué te sirve acumular dinero, construir una casa y recibir títulos honorables si sigues siendo un pecador? ¿Sabes que tu alma está en bancarrota? A pesar del dolor y la vergüenza, ¿lo admitirás? ¿O sigues engañando a tu corazón, creyendo que estás limpio y eres justo? ¿Qué haces con tus pecados reales? ¿Sabías que cada pequeño pecado es como un microbio que se multiplica rápidamente y corrompe tu alma?

No pienses que tu conciencia es recta y limpia. Ya no eres puro de corazón y has perdido tu alma. Tu pasado está bajo el microscopio de Dios, quien conoce los secretos ocultos del alma: cada impureza, mentira y pensamiento lleno de odio se manifiesta ante Él. No te engañes, confiésale tus pecados para que puedas encontrar el comienzo de una nueva vida. Aléjate del pecado y vuelve a Dios, porque te está esperando para renovarte para el reino de su amor.

Las palabras de Jesús nos enseñan que, aunque acumules todas las buenas obras del mundo, o des todo tu oro y plata a los pobres y necesitados, no serás redimido y morirás en tus pecados. La salvación no se obtiene por obras, limosnas o servicio, sino únicamente por la expiación de Cristo. Es el único fundamento sólido para nuestra reconciliación con Dios. Ningún hombre es santo ni digno de servir como sustituto sacrificial por nosotros, excepto Jesús. El ser humano no puede redimirse a sí mismo, incluso si presenta todos los tesoros del mundo a Dios. La sangre de Jesucristo es más valiosa que todo lo que el hombre pueda ofrecer. Él es nuestro rescate, aceptado por el Santísimo.

ORACIÓN: Te glorificamos, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque nos liberaste de la ilusión de redimirnos a nosotros mismos por nuestros propios esfuerzos. Nos regocijamos porque solo la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Él nos ha reconciliado con el Padre y nos ha capacitado para ser sus hijos por gracia. Ayúdanos a hacer que nuestros amigos comprendan que todas sus obras son vanas y que no tienen esperanza excepto por la fe en Jesucristo, crucificado y resucitado de entre los muertos. Que experimenten la nueva vida que habita en ellos con amor divino y que vivan agradecidos, con gozo y paz.

PREGUNTA:

156. ¿Por qué nuestras buenas obras no pueden redimirnos?

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