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11. ¡Ama a tus enemigos!

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La verdadera prueba de tu fe y la evidencia de tu salvación se presentarán cuando te encuentres con personas difíciles, rebeldes y crueles. Te ofenderán, te herirán y se burlarán de ti, o incluso, en su fanatismo, podrían amenazarte en nombre de su religión. En esos momentos, recuerda a Cristo, quien te perdonó gratuitamente todos tus pecados, y así, perdona de todo corazón a tus enemigos. El amor de Dios te impulsará a amarlos de verdad. Esto no es irreal ni imposible, sino un DEBER interior que proviene del poder celestial que habita en ti. Que el Espíritu Santo siempre te conceda la fuerza y la voluntad de cumplir el mandamiento de Cristo:

Un siervo de Dios viajaba en su motocicleta por una zona desierta. Vio a un joven haciendo dedos al borde de la carretera, indicando que necesitaba un aventón. Se detuvo y lo dejó subir. Poco después de arrancar, el conductor sintió un arma en su espalda y escuchó una voz que decía: "¡Detente, baja, dame tu dinero y tu pasaporte!". El hombre de Dios se bajó de la moto e intentó sacar la billetera de su bolsillo. El ladrón esperaba el dinero y extendió la mano para tomarlo. En ese momento, el conductor golpeó la otra mano del ladrón, haciendo que su revólver cayera al suelo. Lo recogió, tiró al ladrón conmocionado al suelo, se arrodilló sobre él y, poniéndole el revólver en el pecho, le asustó con estas palabras: "Ora y confiesa tus pecados, porque tu hora está cerca. ¡Ojo por ojo y diente por diente! Lo que me has hecho, te lo haré a ti".

El ladrón bajo su rodilla gritó: "¡Ten piedad! Por favor, soy pobre". El cristiano le respondió: "Eres un ladrón y un asesino. La ira de Dios está sobre ti. Ahora morirás e irás directamente al infierno". Pero el cristiano continuó: "Así es como tú vives. Antes yo era como tú, pero ahora, después de conocer a Cristo, quien perdonó mis pecados y venció mi odio, te perdono. Vete en paz".

El ladrón se levantó, miró al cristiano y tartamudeó: "¿De verdad quieres dejarme ir? ¿No vas a dispararme por la espalda después de que haya caminado diez metros?". Entonces el siervo de Dios le respondió: "No, pero debes saber que no soy yo quien te está dando la vida, sino Cristo. No soy mejor que tú, pero Cristo, quien me salvó, también quiere salvarte a ti. Cree en Él y permite que Él cambie tu vida para que no seas arrojado al fuego eterno después de tu muerte". El ladrón se alejó confundido y miró hacia atrás al hombre hasta que desapareció en la oscuridad de la noche.

No todos vivimos historias dramáticas como esta, pero en nuestra vida diaria, Cristo nos enseña a perdonar a los demás y a olvidar lo que nos han hecho. Debemos orar por ellos, incluso si no aceptan nuestro servicio. Nuestro Salvador oró por sus enemigos mientras estaba colgado en la cruz:

Así es como los seguidores de Cristo deben pensar y vivir:

Porque el amor es más fuerte que la muerte y el perdón es más poderoso que el odio.

Querido lector: Si has comprendido nuestra explicación sobre la salvación de Cristo, quizás hayas notado que esta salvación tiene dos aspectos. En primer lugar, somos salvados del pecado y del juicio final. En segundo lugar, somos guiados para llevar a cabo los servicios de amor de Cristo. La salvación requiere una aplicación práctica. Los creyentes maduros caminan en amor, bondad, paciencia, mansedumbre, humildad y alegría. ¿Eres realmente salvo?

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