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Previous Lesson -- Next Lesson HECHOS - En La Procesión Triunfal De Cristo
Estudios sobre los Hechos de los Apóstoles
PARTE 2 - Informes Sobre La Predicación Entre Los Gentiles Y La Fundación De Iglesias Desde Antioquía Hasta Roma - A Través Del Ministerio De Pablo, El Apóstol Comisionado Por El Espíritu Santo (Hechos 13 - 28)
C - El Segundo Viaje Misionero (Hechos 15:36 - 18:22)
4. La fundación de la Iglesia de Filipos (Hechos 16:11-34)HECHOS 16:29-34 El guardián de la prisión gritó: "¡Dame una luz!" Esta petición es una muestra de que había vivido toda su vida militar en las tinieblas, pero ahora se iluminó en cierto modo por las palabras de Pablo. Reconoció enseguida la luz del Espíritu celestial y se postró a los pies del apóstol que le había salvado la vida. Probablemente pensó que eran dioses, sobre todo porque no lo rescataron, sino que lo amaron sobremanera, y le preservaron la vida. La bondad de Cristo es la mayor revolución espiritual del mundo. Pablo no se aprovechó del miedo del oficial para presumir, sino que le aclaró que era un ser humano como él, pero que había sido cambiado y convertido por la gracia de Cristo. Cuando el asustado y perturbado hombre escuchó las palabras del apóstol, lo condujo con su compañero al patio. Vio sus cuerpos ensangrentados, y se asustó de la ira de Dios, pues había participado en el tormento de sus honorables apóstoles. Murmuró con terrible espanto: "¿Qué debo hacer para salvarme, para librarme de la ira del Santo, y ser salvado?" Entonces el apóstol Pablo resumió el evangelio a este hombre confundido en una gran declaración, que es una de las declaraciones más importantes de la Santa Biblia, y le predicó al que estaba asustado con la verdad completa francamente: “Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos". Esta afirmación dio al carcelero una fuerte esperanza. Dios no lo destruyó, ni lo golpeó con un rayo del cielo, sino que le abrió la puerta de la gracia en la persona de Jesucristo. Pablo testificó a todos los hombres y mujeres, a los esclavos y a los presos, a los ancianos y a los jóvenes que corrían y se agolpaban allí, que Cristo Jesús es el Señor poderoso que puede hacer terremotos, perdonar los pecados y dar la salvación; el Señor que resucita de entre los muertos, y está dispuesto a llenar al arrepentido con el Espíritu Santo y suave, que libera al hombre del poder de sus pecados. En pocas palabras, el apóstol de los gentiles depositó el evangelio en los corazones asustados. Los que estaban preparados creyeron de inmediato, y reconocieron que Dios mismo estaba de pie en sus apóstoles ante ellos. Nadie más que el Eterno les hablaba así ofreciéndoles la reconciliación. La luz del evangelio celestial creció en los corazones de los oyentes, y el oficial llevó a los apóstoles a su casa, les lavó las heridas, los vistió con ropas limpias y les pidió que lo bautizaran como muestra de su completa sumisión a Jesucristo, el Príncipe del amor. Este oficial retirado y guardián de la prisión quiso limpiar todos los residuos de su vida, y abrir su casa para este nuevo Espíritu. Reunió a toda su familia, a sus sirvientes y a sus empleados para ser bautizados en la misma noche. Este oficial sabía que la orden de Dios era necesaria, y que todo retraso sería un pecado. Su respuesta fue el arrepentimiento inmediato, y la completa sumisión al Señor vivo. Cuando el Espíritu Santo habitó en los bautizados, se complacieron en mencionar a Dios. Los cantos de alabanza llenaron sus corazones, y se dieron cuenta de que Dios los había visitado en medio de la prisión y la oscuridad. Entonces prepararon la sala superior de su casa, y comenzaron a cocinar los alimentos para una gran cena. Se regocijaron por completo, pues Cristo lavó sus conciencias de los pecados, y los santificó libremente a ellos, que eran criminales y pecadores, y ahora viven en la plenitud de la luz de Dios en medio de la noche oscura. ¡Qué hermoso cuadro! Un banquete celebrado a medianoche, en la oscuridad de la noche, porque Cristo había iluminado a los creyentes en medio de las tinieblas que los rodeaban, y los llenaba de la mayor alegría. Este fue el fruto de la resistencia al sufrimiento, y la obediencia a la fe en Pablo y Silas. Lidia, Lucas y Timoteo, por su parte, no habían terminado de orar por los encarcelados. HECHOS 16:35-40 El guardián de la cárcel esperaba confuso la decisión final de los magistrados, pues había liberado a los dos presos y los había entretenido sin su permiso. Se alegró tanto al saber que los magistrados habían decidido liberarlos, que corrió alegremente hacia Pablo y se lo comunicó. Le pidió que se fuera en paz para que no le hicieran daño. Pero Pablo se levantó ahora. Se negó a ir, señalando sus derechos legales como ciudadano romano que habían sido violados flagrantemente. Se quejó no sólo por su propio bien, sino también por el bien de la iglesia. Él y Silas no eran ladrones, sino ciudadanos romanos que habían sufrido injustamente tres veces. Habían sido golpeados en contra de la ley romana, ya que la paliza era un castigo que sólo se aplicaba a los esclavos, mientras que los ciudadanos romanos eran inmunes a esa forma de castigo. Sin embargo, habían sido golpeados públicamente. Habían sido castigados sin el debido proceso legal, y tal injusticia se consideraba en un imperio justo como el romano un grave error y una grave negligencia por parte de los magistrados, que era severamente castigada por las leyes. También habían sido encarcelados ilegalmente siendo inocentes y sin condena, lo que le da a Pablo el derecho de presentar una demanda contra los magistrados. Así que Pablo insistió en que los magistrados acudieran ahora personalmente a la prisión para disculparse con ellos, y les acompañaran como invitados de honor en medio de las calles de la ciudad. Pablo no pretendía vengarse, pues él, como verdadero creyente, había perdonado a los magistrados todas sus faltas, pero adoptó esta postura para justificar a la pequeña comunidad cristiana de Filipos, donde habían puesto los cimientos de una iglesia floreciente, y para mostrar a esta iglesia como un movimiento honesto, que no tenía necesidad de esconderse en cuevas y bóvedas. De hecho, los magistrados se apresuraron a acudir a él con temor. Hablaron con modestia y dulzura al apóstol de los gentiles y le rogaron que saliera pacíficamente y en silencio de la ciudad para evitar los posibles problemas que pudieran plantear los amos de la adivina que había sido desposeída por la gracia. Pablo no se preocupó por sus palabras, y volvió a la casa de Lidia, la vendedora de púrpura, donde los miembros de la iglesia se reunían para orar. Estaba rodeada de los hermanos en su casa, lo que indica que hubo un largo período entre la conversión del primer europeo, y la salvación del guardián de la prisión, durante el cual el apóstol predicó a los filipenses, y plantó una iglesia viva. Cuando se reunieron en la casa de Lidia, los que sufrían consolaron a sus inocentes hermanos y les confirmaron la presencia de Cristo cuando estén en problemas. Entonces Pablo y Silas salieron, y Timoteo los acompañó, dejando a Lucas el médico en Filipos para ministrar la iglesia allí. Esto explica por qué Lucas habla ahora de ellos en tercera persona, dando a entender que no estaba con ellos. ORACIÓN: Oh Señor, te agradecemos porque tu palabra salva y convierte. Creemos que tú también salvas completamente a nuestra casa. Purifica nuestros corazones de todos los pecados por tu preciosa sangre, y refina nuestras mentes completamente con la iluminación del Espíritu Santo para que todos nuestros parientes y vecinos vean tu amor por nosotros, y anhelen tu paz imperturbable. PREGUNTA:
PRUEBA - 5Estimado lector,
Te animamos a completar con nosotros esta examinación de Hechos de los Apóstoles para que puedas recibir un tesoro eterno. Estamos expectantes a recibir tus respuestas y estamos orando por ti. Nuestra dirección es la siguiente: Waters of Life Internet: www.waters-of-life.net |