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Home -- Spanish -- Romans - 024 (The Revelation of the Righteousness of God)
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ROMANOS - El Señor es nuestra Justicia
Estudios en la Epístola de Pablo a los Romanos
PARTE 1 - La justicia de Dios condena a todo pecador, y justifica y santifica a todo creyente en Cristo (Romanos 1:18 - 8:39)
B - La nueva justicia por la fe está abierta a todo los hombres (Romanos 3:21 - 4:22)

1. La revelación de la justicia de Dios en la muerte propiciatoria de Cristo (Romanos 3:21-26)


ROMANOS 3:25-26
25 “a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, al que el es de la fe de Jesús”.

No solo fue la humanidad la que crucificó a Cristo, sino que Dios también le entregó a la muerte. Dios amó de tal manera a nuestro mundo malvado que entregó a su único Hijo a los pecadores sabiendo que le matarían. No obstante, en su conocimiento celestial Dios planeó que la muerte del Santo Ser fuese un sacrificio propiciatorio para todos los pecadores de todos los tiempos. La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. No hay redención salvo en la sangre del inocente Hijo de Dios.

En nuestros tiempos de importantes adelantos tecnológicos hemos perdido el conocimiento de que la ira y el juicio de Dios son los poderes activos en la historia del mundo, y que son más importantes que aviones, submarinos, y bombas de hidrógeno. Cada uno de nuestros pecados requiere castigo y redención. En principio somos condenados a muerte. El sacrificio vicario de Cristo es la única manera de conseguir la salvación. Con este fin el Hijo de Dios se encarnó para ser consumido en el altar de la cruz como holocausto del todo quemado por el fuego de la ira de Dios. El que se acerca a él con fe es justificado. Millones han experimentado que todo el poder de Dios está presente y se manifiesta por medio de la sangre que Cristo derramó. Por esto, te imploramos, querido hermano, a no alejarte del que fue crucificado. Al contrario, pon tu casa, tu trabajo, tu pasado, tu futuro, tu iglesia y a ti mismo, completamente bajo la sangre rociada del Cordero de Dios, para que puedas ser santificado y protegido en la verdad de Dios para siempre. No hay protección contra las acusaciones del diablo y los tormentos de la ira de Dios fuera de la sangre de Jesucristo.

Aprende de memoria los versículos 21 a 28. Léelo palabra por palabra y deja que su significado penetre en tu corazón. Entonces reconocerás que la lección esencial de este estudio no es la justificación del pecador, sino la demostración de la justicia de Dios, cosa que se menciona tres veces en este pasaje.

Nuestro Dios amante no destruyó a los pecadores en el pasado, tal como exige la ley. En su amor y paciencia el Ser Misericordioso perdonó y pasó por alto sus iniquidades hasta el momento esperado por toda criatura, el tiempo de la reconciliación del mundo con Dios efectuada en el clamor de muerte de Cristo en la cruz. Todos los ángeles se regocijaron en la resurrección del Crucificado, porque significó la justificación de todos los pecadores.

La persona que dice que Dios puede perdonar al que quiere cuando quiere es ignorante. Emplea una superficial lógica humana, porque Dios no es absolutamente libre, sino que está limitado por la definición de su santidad que exige la muerte de todo pecador. Ha revelado que sin el derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. Si Cristo no fuese sacrificado, Dios sería culpable si nos perdonase sin cumplir las demandas de su justicia.

Dos cosas fueron llevadas a cabo en la crucifixión de Cristo: Dios mostró su justicia y también justificó completamente al pecador. El Santo Ser no es injusto en perdonarnos, porque Jesús ha cumplido todo los requisitos de justicia. El Nazareno vivió sin pecado, santo y humilde. Solo él, de toda criatura, puede llevar el pecado del mundo, y lo hizo, motivado por su poderoso amor. Así qué, adoremos a Jesús y amémosle, y demos gloria a su Padre, quien habría muerto en lugar de su amado Hijo, pero por amor a la continuidad del universo no podría morir en su lugar; tuvo que volcar su juicio sobre el Crucificado.

En su oración sacerdotal (Juan 17), Jesús se dirige a Dios con estas palabras: “O Padre justo”. En estas palabras encontramos un profundo sentido de la justicia de Dios. El Creador está lleno de amor y verdad. No tiene un amor injusto, sino que edifica su misericordia sobre justicia. En la muerte de Cristo, todos los requisitos del santo carácter de Dios están presentes en armonía. Este amor sin límites, construido sobre la justicia de la ley, es lo que llamamos “gracia”, porque nos es ofrecida la justificación libremente, por medio de la cual Dios sigue siendo justo, aunque ame y perdone al pecador.

ORACIÓN: Oh Santa Trinidad, Padre, Hijo y Santo Espíritu, te adoramos., porque tu amor es más allá de todo entendimiento, y tu santidad es mas profunda que el mar. Tú nos has redimido de todos nuestros pecados, de la muerte, y del poder del diablo, no con oro o ni plata, sino por medio del sufrimiento amargo de Cristo y su muerte en el árbol maldito de la cruz. Su sangre preciosa nos limpió de todos nuestros pecados, y por gracia hemos llegado a ser justos y santos. Honramos el sacrificio de Jesús, y nos entregamos a ti, dándote las gracias por tu redención que nos ha justificado.

PREGUNTA:

  1. ¿Qué significa la frase: “para mostrar la justicia de Dios”?

Por cuanto todos pecaron,
y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús”

(Romanos 3:23-24).

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