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ROMANOS - El Señor es nuestra Justicia
Estudios en la Epístola de Pablo a los Romanos
PARTE 1 - La justicia de Dios condena a todo pecador, y justifica y santifica a todo creyente en Cristo (Romanos 1:18 - 8:39)
A - Todo el mundo está bajo el maligno, y Dios juzgará a todos en justicia (Romanos 1:18 - 3:20)
2. La ira de Dios es revelado contra los judíos (Romanos 2:1 - 3:20)

c) El hombre es salvo, no por conocimiento, sino por obras (Romanos 2:17-24)


ROMANOS 2:17-24
17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios. 18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20 instructor de los indoctos, maestro de niños, y que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. 21 Tú, pues, que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23 tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24 porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado ente los gentiles por causa de vosotros.

Dios confió a los descendentes de Abraham el privilegio de tener su santa Ley, la que testifica de la grandeza y la gloria de Dios. Los judíos reconocieron el valor de la Ley. Se apoyaban en ella, se jactaban de tener este privilegio y creían que bastaba para admitirles en el cielo. Pero, de hecho, la Ley fue motivo de la ira de Dios sobre ellos y de su condenación debido a su actuación.

Pablo enumeraba las buenas y las malas cualidades que caracterizaban a los judíos. La revelación de Dios dio tranquilidad, confianza y orgullo al pueblo del desierto, porque conocían a  Dios y su voluntad. Conocían el mejor camino de vida, y porque eran maestros de los demás pueblos y luz para las naciones.

Pero, por otro lado, Pablo les mostró que la Ley no tiene poder para reformar al hombre. Es verdad que por medio de ella los judíos sabían cuáles eran sus obligaciones, pero no las cumplían. Conocían los misterios de Dios, pero no caminaban en ellos. Muchos consiguieron en base a un esfuerzo enorme una forma elevada de piedad legal, pero el hacer la voluntad de Dios no salía de sus corazones.

Dado; no robaban, pero sus ojos estaban cegados a su codicia. No cometían adulterio, pero sus corazones rebosaban pensamientos inmundos. Rompían la Ley de Dios miles de veces. Es más, Pablo daba fe de a su falta de amor, aun en las vidas de los creyentes. Deshonraban a Dios por sus pecados y hacían que las otras naciones hablasen mal de su santo nombre por su comportamiento pecaminoso.

Pablo fue cristiano de origen judío y enumeró, a pesar de sus ilusiones de grandeza, todas las cualidades excelentes de su pueblo. Debido a este reconocimiento generoso, se ganó el derecho y la autoridad para descubrir los pecados y escándalos de su nación. No quedó nada de su justicia en comparación con sus grandes ofensas y graves fallos. No hay acusación más fuerte contra ninguna nación que decir que el nombre de Dios es blasfemado entre los pueblos debido a su conducta. No vivían a la altura de su llamado santo. Consistía en ser luz a las gentes con la Ley de Dios. Al contrario fueron de tropiezo. Ojala que pudiésemos encontrar una voz valiente como la de Pablo hoy en día, que no negase nuestros privilegios, pero que quitara a la máscara de piedad del rostro de nuestra sociedad corrupta para que no quedase nada de pretensión, tan solo arrepentimiento y quebrantamiento.

¿Condenas al pueblo de Abraham? ¡Ten cuidado! Son pecaminosos como tú.

Dios dijo con toda claridad: “Sed santos como yo soy santo”. ¿Eres tú un creyente santo y perfecto, como lo es tu Padre en los cielos? ¿Alumbra tu luz delante de los hombres para que vean tus buenas obras y glorifican a tu Padre que está en los cielos, debido al obvio cambio en tu vida? ¿Tus amigos desprecian tu religión porque no eres mejor que aquellos que niegan la redención de Cristo? ¿Eres tú la causa por la cual el nombre de Dios es blasfemado? ¿Puede nuestro Padre celestial revelarse por medio de tu amor y humildad?

ORACIÓN: O santo y gran Dios, mi pecado es mayor de lo que me doy cuenta. En mi desobediencia e hipocresía llegué a ser motivo de blasfemia contra tu santo nombre, porque no andaba perfectamente delante de ti. Perdóname por mi falta de amor, pureza y paciencia. Tú me creaste a tu imagen para que otros pudiesen verte en mí, así que ayúdame a obedecer tus mandamientos y seguir tu ejemplo para que tu imagen pueda alumbrar con cada vez más fuerza por medio de mi vida. Sálvame de mis debilidades, mis fallos, y de mí mismo.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuáles son los privilegios de la Ley y sus demandas para con los judíos?

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