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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 3 - EL MINISTERIO DE JESÚS EN EL VALLE DEL JORDÁN DURANTE SU VIAJE A JERUSALÉN (MATEO 19:1 - 20:34)
7. El salario de los perseguidos por causa de Cristo (Mateo 19:27-30)MATEO 19:27-30 El ser humano se desgasta trabajando para ganar un sueldo. Rara vez reflexiona sobre servir voluntariamente a los demás. Sin embargo, quienes creen en Cristo no buscan primero una recompensa material de Dios por sus ministerios, sino que lo sirven con gratitud y alabanza porque él les ha dado gratuitamente la salvación eterna. Dios ya se nos ha dado a sí mismo y nos ha bendecido antes de que siquiera lo reconociéramos. Solo debemos servirle, agradecerle y comprometernos con él, alabando su gloriosa gracia. Todos hemos sido dotados y colmados de las riquezas de su gracia. El Señor dijo a Abram: “No tengas miedo, Abram. Yo soy tu escudo, y muy grande será tu recompensa” (Génesis 15:1). Pedro aprovechó la ocasión para preguntar qué recibirían por seguir a Jesús. Los apóstoles, a diferencia del joven rico, lo habían dejado todo para seguirlo. ¡Qué irónico! Ese “todo” que habían abandonado era en realidad muy poco. Uno de ellos dejó su posición en la aduana, pero Pedro y la mayoría de ellos solo dejaron sus barcas, redes y herramientas de pesca. Aun así, observa cómo Pedro lo menciona como si se tratara de grandes posesiones: “¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte!”. Nosotros también corremos el peligro de sobrevalorar nuestros servicios, sufrimientos, gastos y pérdidas por Cristo, pensando que le hemos hecho deudor nuestro. Sin embargo, Cristo no reprendió a los apóstoles en esta ocasión. Aunque lo que dejaron fue poco, era todo lo que tenían, como las dos pequeñas monedas de la viuda, y lo apreciaban tanto como si hubiera sido más. Por ello, Cristo valoró que lo abandonaran todo para seguirlo, porque reconoce el sacrificio de cada uno según lo que posee. Aquel que sigue a Cristo y está dispuesto a dejarlo todo por él, sufrir por su causa y cargar con su cruz por amor a él, participará de la regeneración en el reino venidero de Dios. En ese momento, la gloria del nacimiento espiritual se manifestará. Cristo se sentará en el trono de su gloria, rodeado de sus doce discípulos, quienes fueron rechazados por su nación. Ellos serán partícipes en el juicio de las doce tribus a través de su testimonio y experiencias espirituales. Cristo tomará a sus amados, humildes y sencillos seguidores como socios en su sabiduría y juicio porque estuvieron dispuestos a someterse completamente a él. La pérdida de posesiones debe ser por amor a Cristo; de lo contrario, él no las recompensará. Muchos abandonan hermanos, esposas e hijos de manera imprudente, “como ave que se aleja del nido” (Proverbios 27:8), lo cual es un acto pecaminoso. Pero si los dejamos por amor a Cristo, no es porque no podamos cuidarlos, sino porque no queremos descuidar el servicio que Dios nos ha encomendado. Nuestro deseo es mirar a Jesús, hacer su voluntad y contemplar su gloria. Esto es lo que será recompensado. No es el sufrimiento, sino el propósito, lo que convierte a alguien en mártir y testigo de Cristo. La recompensa espiritual es un don de gracia. No tenemos derecho a acudir a Dios buscando un salario, porque todos somos pecadores y merecemos juicio. Tampoco tenemos derecho a juzgar a los demás, a menos que nos neguemos a nosotros mismos bajo la guía del Espíritu Santo, quien vence nuestros deseos carnales, nos reprende por nuestros pecados y nos consuela con una fe viva. Este Espíritu consolador nos lleva ante el examen del Juez eterno y nos mantiene cerca de él, para que no huyamos de los rayos de la santidad de su gloria, sino que caigamos de rodillas ante él, diciendo: “Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”. Entonces él nos abrazará como a sus hijos y nos aceptará en su familia santa (Lucas 15:21-24). Asimismo, la comunión entre los creyentes en la tierra es por su gracia, porque el amor se manifiesta como un sacrificio para aquellos que son perseguidos por la justicia de Cristo. Jesús crea para ellos un nuevo hogar y una familia espiritual. Todos los cristianos son hermanos, y el Espíritu Santo los une a pesar de sus diferencias lingüísticas y sociales. Ayuda a quienes están en dificultades por causa de Cristo, a los que se aferran con fe a la voluntad de Dios y a los que sirven a los afligidos y perseguidos como si estuvieran sirviendo al Señor mismo. Cristo mostró a sus discípulos que los creyentes no buscan recompensas materiales por sus servicios. Cristo llama a todos a su servicio y da vida eterna a quienes responden a su llamado. ¿Qué es la vida eterna? Es la vida divina. El Santo te dará su Espíritu Santo como su vida si le entregas tu alma, mente y cuerpo para su servicio. ORACIÓN: Padre celestial, perdónanos por nuestro afán de buscar recompensas especiales, porque tú nos has ofrecido a tu Hijo, tu Espíritu y a ti mismo. Enséñanos a amarte, agradecerte, ofrecernos a ti y compartir los bienes que nos has confiado con todos aquellos que son perseguidos por causa de tu nombre. Guárdanos en tu gracia para que podamos participar en la gran regeneración que ocurrirá con tu pronto regreso. PREGUNTA:
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