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6. ¿Puede un hombre rico entrar al cielo? (Mateo 19:23-26)

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MATEO 19:23-26
23 —Les aseguro —comentó Jesús a sus discípulos— que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. 24 De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. 25 Al oír esto, los discípulos quedaron asombrados y decían: —En ese caso, ¿quién podrá salvarse? 26 —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible. (Job 42:2)

En el Antiguo Testamento, la riqueza se consideraba una bendición excepcional de Dios. Poseer riquezas era visto como una prueba de armonía con la voluntad divina, mientras que los pobres eran percibidos como malditos y rechazados. Jesús rompió completamente con este principio, mostrando que las riquezas muchas veces son un signo de pecado. Sin embargo, los ricos no son más pecadores que los pobres que buscan riquezas. Todos necesitan al Redentor y su salvación. Jesús guió a las personas a sacrificarse por Dios e instruyó a sus seguidores a dar de lo que tienen en abundancia a los necesitados con prudencia. Quien se ama a sí mismo, se aferra a sus propiedades y no ama a los necesitados, es considerado pobre de corazón. Sin embargo, el amor de Dios y el sacrificio de Cristo pueden liberarte de la preocupación, la envidia y el enojo, para que vivas contento por Jesucristo.

No vivas para ti mismo, sino para tu Señor y para quienes Él te guíe. Quien se aferra a su dinero y construye su futuro sobre el oro es insensato y descuida el amor de Dios, pues nadie puede servir a Dios y a las riquezas. No serás mejor que un idólatra si piensas solo en tu propio bienestar. Esto incluye tu empleo, salario, salud y circunstancias de vida. Como el idólatra, podrías no reconocer la misericordia, bondad y amor de Dios. ¿Cómo puedes dejar de alabarlo por todos los buenos dones que te da? Tu gratitud debe fluir de tu corazón si amas a tu Padre celestial con todo tu ser y confías solo en Él.

Jesús habló de la pequeña puerta al lado de la Gran Puerta de la muralla de la ciudad, conocida como “el ojo de una aguja”. Esta puerta estrecha permanecía abierta por la noche porque era tan baja que solo una persona podía pasar inclinándose hasta el suelo. Así sucede con cada persona rica en dinero, dones, poder o tiempo. ¿Cómo podría alguien así entrar por la puerta estrecha? Si no te tornas quebrantado, humilde y libre de tus posesiones, preocupaciones y pecados, nunca podrás entrar en el reino de Dios. Pero si te haces pequeño, quebrantado y humilde, podrás entrar.

Jesús permaneció pobre, humilde y contento en la tierra. Si se lo permites, el Espíritu Santo quebrantará tu amor y ambición por las riquezas y te liberará de la arrogancia de los tesoros mundanos mientras permaneces en el sacrificio gratuito de Jesús. De lo contrario, tus pensamientos y tu vida siempre serán atraídos por el ídolo de las riquezas. Dios desea transformar tu mente de lo material y egoísta a lo espiritual y sacrificial. Esto sucederá voluntariamente si sigues a Cristo.

ORACIÓN: Oh Padre, por favor, líbrame del materialismo de este mundo. Enséñame a comprometerme plenamente con tu Hijo. Líbranos de nuestros compromisos mundanos y enséñanos el sacrificio por medio de la fe en la ofrenda de tu Hijo, quien dio su vida por nosotros. Tú nos amas, así que capacítanos para amarte también a ti y a todos los necesitados con quienes tengamos contacto, para que usemos nuestros dones para glorificar tu misericordioso nombre.

PREGUNTA:

178. ¿Por qué es casi imposible que un hombre rico entre en el reino de Dios?

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