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h) Cuatro mil hombres alimentados (Mateo 15:29-39)

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MATEO 15:32-39
32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero despedirlos sin comer, no sea que se desmayen por el camino. 33 Los discípulos objetaron: —¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud? 34 —¿Cuántos panes tienen? —preguntó Jesús. —Siete y unos pocos pescaditos —respondieron ellos. 35 Luego Jesús mandó que la gente se sentara en el suelo. 36 Tomando los siete panes y los pescados, dio gracias, los partió y se los fue dando a los discípulos. Estos, a su vez, los distribuyeron a la gente. 37 Todos comieron hasta quedar satisfechos. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron. 38 Los que comieron eran cuatro mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. 39 Después de despedir a la gente, Jesús subió a la barca y se fue a la región de Magadán. (Mateo 14:31-21, Marcos 8:1-6)

Cristo observó a las multitudes hambrientas que lo habían acompañado durante tres días y tres noches, escuchando sus palabras y presenciando sus milagros. Sintió compasión por ellos, que se agolpaban a su alrededor. Cuando pidió a sus discípulos que los ayudaran, ellos admitieron su incapacidad para hacerlo. Sin embargo, Cristo les recordó su principio: que Él haría mucho con lo poco que se le ofreciera con fe. Cristo oró ante la multitud y dio gracias a su Padre por los siete panes y los pocos peces que tenía en sus manos. Esta acción de gracias fue el secreto del milagro. El Hijo habló con su Padre y escuchó su respuesta. Jesús, humilde de corazón, siempre deseaba hablar con su Padre. Se hizo a sí mismo sin reputación y aceptó vivir en la tierra, pero permaneció en perfecta comunión con Él. Agradeció por los pocos panes que serían multiplicados. Luego, Cristo distribuyó el pan y los peces a sus discípulos, y los cuatro mil hombres, junto con sus familias, fueron alimentados.

Nuestro Señor Jesús lleva registro del tiempo que sus seguidores mantienen sus ojos puestos en Él y nota las dificultades que enfrentan al hacerlo. Apocalipsis 2:2 dice: “Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia”, y de ninguna manera perderás tu recompensa.

Querido amigo, confía en el poder del amor de Cristo y entrégale tu vida para que Él pueda usar tus pocos talentos y convertirlos en una bendición para miles. Ofrece tu tiempo, tu dinero y tu vida al Señor, y conságrate a Él en todo momento para que experimentes el milagro de su poder.

El poder de Cristo no fue comprendido por sus discípulos. “¿Dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado suficiente pan para dar de comer a toda esta multitud?” Una pregunta que podría parecer razonable, como la de Moisés: “Aunque se degollaran todas las ovejas y vacas, ¿les alcanzaría?” (Números 11:22) Sin embargo, considerando la certeza que los discípulos ya tenían del poder de Cristo y el milagro similar que habían presenciado recientemente, no era la pregunta adecuada. No solo habían sido testigos, sino también instrumentos del milagro anterior. ¡El pan multiplicado había pasado por sus manos! Por lo tanto, hacer esa pregunta fue una muestra de debilidad. Olvidar las experiencias del pasado puede hacernos dudar en el presente.

ORACIÓN: Padre, tú creaste el mundo de la nada. Nos diste tu amor perdonador. Enséñanos a tener fe y gratitud para no rechazar tu poder con nuestras dudas. Tú amas a los sencillos y pequeños, y tienes misericordia de ellos. Ayúdanos a servirte sirviéndolos a ellos, a agradecerte por nuestros dones y a consagrarte nuestras vidas con gratitud. Toma nuestras manos y guíanos como tú desees.

PREGUNTA:

148. ¿Por qué y cómo multiplicó Jesús los panes y los peces para los cuatro mil y sus familias?

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