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c) La parábola del grano de mostaza y la parábola de la levadura (Mateo 13:31-35) 13:31-35)

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MATEO 13:31-32
31 Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre sembró en su campo. 32 Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las plantas del huerto. Se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas». (Ezequiel 17:23, Marcos 4:30-38, Lucas 13:18-19)

Una cerilla es pequeña, pero puede encender un gran fuego. Así es la Palabra de Dios: como una chispa diminuta que puede incendiar toda la tierra. Cristo nos guía hacia el poder de la Palabra de Dios, que actúa con deliberación y confianza. Quien quiera testificar del nombre de Cristo y de la salvación debe ser intencional, porque la palabra de la cruz está llena de un poder capaz de renovar todo. Aunque los libros que llenan el mundo, con sus diversas doctrinas y pensamientos, glorifican las capacidades humanas y pasan por alto la cruz y su significado, ningún libro es tan difundido como el evangelio, pues millones encuentran en él consuelo, poder y vida eterna cada día.

Cristo se compara con el pequeño grano de mostaza, que creció y se convirtió en un gran árbol, extendido por todo el mundo, ofreciendo frutos a los pueblos. La influencia indirecta de Cristo en las culturas del mundo a través del pensamiento cristiano es más eficaz de lo que imaginamos. Los pájaros que se posan en sus ramas no forman parte del árbol; se posan en él, tomando algunas hojas sin acceder a su verdadera fuerza. Así son aquellos que se benefician de Cristo, pero no permanecen en él. Sin embargo, quien cree en él y profundiza en su palabra experimentará paz, alegría y bondad en su corazón.

MATEO 13:33-35
33 Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en tres medidas de harina, hasta que hizo crecer toda la masa». 34 Jesús dijo a la multitud todas estas cosas en parábolas. No decía nada sin emplear parábolas. 35 Así se cumplió lo dicho por el profeta: «Hablaré por medio de parábolas; revelaré cosas que han estado ocultas desde la creación del mundo». (Marcos 4:33-34, Lucas 13:20-21, Salmo 78:1-2)

Cuando la mujer esconde la levadura en la masa, lo hace para que influya en todo el pan. De igual manera, debemos atesorar la Palabra en nuestras almas, para ser completamente santificados por ella (Juan 17:17).

Así como la levadura transforma la masa, haciéndola útil y lista para hornear, la Palabra de Dios cambia al hombre corrupto para hacerlo útil y justo. Sin la obra de Cristo, seguimos siendo malvados, egoístas y perezosos, pero el Espíritu Santo nos convierte en siervos sensibles a las necesidades de los pobres y nos impulsa a orar por quienes nos afectan. Así como la levadura actúa silenciosamente, el Espíritu Santo obra en el corazón de los creyentes de manera silenciosa pero poderosa.

Sin la Palabra de Dios, el mundo sigue siendo pobre, débil y perdido. Pero en las enseñanzas de Cristo encontramos todo el poder de Dios y los dones de su reino que allí están ocultos. La Biblia es más preciosa que el oro refinado. Guarda muchos de sus versículos en tu corazón, y reunirás un tesoro que perdurará para siempre. Entonces, esas palabras se convertirán en una fuerza dentro de ti capaz de cambiar a otros y traer alegría a muchos.

La levadura actúa activamente, fermentando toda la masa. "La Palabra de Dios es viva, eficaz" (Hebreos 4:12). La levadura obra con rapidez, al igual que la Palabra, aunque lo hace gradualmente. Trabaja de manera silenciosa e imperceptible (Marcos 4:26), pero de forma poderosa e irresistible. Realiza su labor sin ruido, así como el Espíritu obra sin fallar. La levadura oculta en la masa trabaja a fondo y de manera activa, y nada en el mundo puede impedir que comunique su sabor y textura. Aunque nadie vea cómo se realiza, un poco de levadura afecta a toda la masa.

ORACIÓN: Padre, te damos gracias porque siembras tu palabra en nuestros corazones y hogares. Creemos que no vuelve vacía, sino que muestra su poder, transformando los corazones de piedra en un árbol vivo que da mucho fruto. Te pedimos que plantes tu Santo Espíritu en nuestros pueblos y que comiences santificando a nuestras familias, para que todos lleguemos a tener una mente espiritual y buena.

PREGUNTA:

134. ¿Qué aprendemos de las parábolas del grano de mostaza y de la levadura?

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