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Home -- Spanish -- Matthew - 082 (The Leper Healed)
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MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 2 - CRISTO ENSEÑA Y MINISTRA EN GALILEA (MATEO 5:1 - 18:35)
B - LOS MILAGROS DE CRISTO EN CAFARNAÚM Y SUS ALREDEDORES (MATEO 8:1 - 9:35)

1. La curación del leproso (Mateo 8:1-4)


MATEO 8:1-4
1 Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. 2 Un hombre que tenía una enfermedad en su piel se acercó, se arrodilló delante de él y suplicó: —Señor, si quieres, puedes limpiarme. 3 Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante quedó sano de la enfermedad en la piel. 4 —Mira, no se lo digas a nadie —dijo Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.
(Marcos 1:40-44; Lucas 5:12-14)

Este milagro se destaca como el primero de los milagros de Cristo, ya que la lepra era vista entre los judíos como una señal específica del juicio de Dios. Por ello, encontramos a Miriam, Gehazí y Uzías, afectados por la lepra debido a algún pecado específico. Así, Cristo, para demostrar que vino a eliminar la ira de Dios quitando el pecado, inició su ministerio con la curación de un leproso.

Dado que se suponía que esta enfermedad provenía directamente de Dios, también se esperaba que solo Él pudiera eliminarla. Por lo tanto, no se esperaba que fuera curada por médicos, sino que quedaba bajo la supervisión de los sacerdotes, los ministros del Señor, quienes debían examinar y observar la acción de Dios (Levítico 13:1 - 14:57). Los seguidores de Jesús se preguntaban cómo Cristo permitía que el leproso se acercara a Él y no lo rechazaba, y cómo Cristo ignoraba las normas y costumbres de su pueblo para salvar a esta persona despreciada y rechazada. Cristo demostró ser Dios, sanando a muchos leprosos y autorizando a Sus apóstoles, en Su nombre, a hacer lo mismo (Mateo 10:8). Esta es una de las pruebas de que Él es el Mesías.

El leproso, marginado por la sociedad, creyó con todo su corazón en el poder de Cristo, ya que había oído hablar de sus milagros y confiaba en su divinidad. Le adoró en público, diciendo: “Señor”. El hombre, en su adoración, pidió ser limpiado, abriendo su corazón y su alma a la generosidad de Cristo, y creyendo en su gran poder. Añadió: “Si quieres, puedes limpiarme”. Cristo respondió inmediatamente a esta devoción total hacia Él. No temió ser infectado, sino que tocó la piel enferma, a pesar de la repulsión de las multitudes que retrocedían con miedo y asombro. Con este toque al leproso, Cristo demostró su divinidad diciendo: “Sí, quiero. ¡Queda limpio!”, y lo limpió y sanó. No le dijo, como Eliseo a Naamán: “Ve y lávate en el Jordán”; no le impuso un tratamiento médico tedioso, molesto y costoso, sino que pronunció la poderosa palabra de autoridad absoluta y lo sanó de inmediato.

En esta breve declaración, vemos la proclamación de la voluntad efectiva y esencial de Dios. Él nos ha creado y Él nos guiará, curará, salvará, santificará y perfeccionará. Dios está dispuesto y trabaja para limpiarnos de la corrupción, y tiene el poder de salvarnos. Nunca olvides que Cristo respondió a la oración del leproso con palabras claras: “Sí, quiero. ¡Queda limpio!”. Por el poder excepcional del Señor, la lepra abandonó inmediatamente al hombre, su piel enferma se renovó, y los nervios de su cuerpo, antes inactivos y sin vida, crecieron.

Las multitudes quedaron impactadas y asombradas por el poder de Jesús y la grandeza de su amor poderoso. Experimentaron la presencia del poder divino y vieron en el milagro una prueba de la divinidad del más grande médico. Así como Él te tocará para limpiarte, tomará tu mano y te sostendrá para que creas que el Señor realmente te ama y está dispuesto de todo corazón a ayudarte y purificarte con su santo poder.

El Salvador envió a los curados a los sacerdotes para que confirmaran oficialmente el triunfo de Dios sobre esta temible enfermedad, creyeran continuamente en Jesús y atestiguaran su supremo poder sobre el pecado y sus resultados. Cristo no anuló la Ley y sus mandamientos, sino que los cumplió con su amor y su espíritu humilde.

ORACIÓN: Oh Padre, te agradecemos, porque Tu voluntad busca nuestra salvación y purificación en todo momento. Quieres que seamos purificados, que te adoremos y que declaremos Tu plan de salvación en Jesús. Por favor, enséñanos el valor de la fe y la confianza plena para que vengamos a Él y le entreguemos nuestros problemas, pecados y enfermedades por amor a nuestra redención, para que seamos purificados, pues quieres que seamos purificados y salvados para siempre.

PREGUNTA:

  1. ¿Por qué Mateo menciona la curación del leproso como el primero de los milagros de Cristo?

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