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3. ¡Dios es tu estándar personal!

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Un joven de Baréin nos escribió: "No sé a quién creer. ¿Soy musulmán, comunista o cristiano? ¿Podrían ayudarme y mostrarme a quién debo seguir: Mahoma, Marx, Lenin o Cristo?". Firmó su carta: "¡El confundido!”

Este joven, como muchos otros, se ahoga en la confusión del mundo. Afortunadamente, este joven no se hundió en la profundidad de su desesperación ni perdió la esperanza. Pidió ayuda y quiso saber a quién seguir. No se conformaba con tradiciones estériles, frases sin sentido o doctrinas muertas. Sentía que debía haber algo más. Tenía que haber una manera de entrar en contacto con Dios.

Sí, el Dios vivo existe. Él es la verdadera medida del género humano, el ejemplo para sus seguidores. Él los saca de las turbias aguas del mal y del pecado para llevarlos a su propia santidad y amor. Él ha revelado claramente la norma que ha establecido para toda la humanidad:

Puede que te escandalices y digas: ¡Dios me libre! ¿Cómo puedo compararme con Dios? Lee atentamente lo que dice la Biblia. Este Dios santo no te pide que te salves a ti mismo. Eso es imposible. Quiere liberarte de tus medidas humanas equivocadas y salvarte de los estándares del mundo. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Por eso quiere que camines en su santidad, ¡y nada menos! Le dijo a Abraham, su amigo:

El Dios de amor te liberará de las ataduras de tus pecados. Está dispuesto a salvar, santificar y curar la debilidad de tu mente y de tu alma. Debes comprender que toda tu bondad no es equiparable a la medida de la santidad de Dios. Ante Él, nadie es bueno, y no somos capaces de salvarnos por nuestra propia voluntad. La bondad que Dios pide de nosotros es su propia santidad y bondad amorosa, nada más. Cristo expresó este principio cuando dijo:

Cualquiera que lea esta palabra del Evangelio y se dé cuenta de la profundidad de su significado se rendirá desesperada, ¡porque no podemos ser perfectos como Dios! Sin embargo, nos dice el verdadero significado del pecado, que no somos santos y buenos como Dios. Cristo explicó esto mismo a un joven rico cuando le dijo:

Querido amigo, escucha esta antigua verdad: Si reconoces y conoces a Dios en su realidad, entonces empezarás a verte a ti mismo a su luz. Hay muchas personas que se creen buenas, bien educadas y honorables. Pero no se dan cuenta de que Dios los mira a través de sus ojos de santidad. No se rigen por la medida de Dios para sus vidas. Todos se presentan ante Dios como pecadores condenados. El verdadero conocimiento de Dios derrite nuestro orgullo. Nadie es bueno sino Dios, y ningún hombre es mejor que otro. Quien se mide con Dios confiesa que es, como todos los demás, un malvado y sucio pecador. Nadie puede aprobar esta prueba divina. El apóstol Pablo proclamó esta verdad fundamental en su famosa carta cuando dijo:

¿Estás de acuerdo con estos hechos? ¿Aún pretendes ser una buena persona y mejor que los demás? Si eres honesto, escucharás la voz de tu conciencia condenándote por tus pecados ocultos. Sabes exactamente dónde y cómo has pecado. Cuanto más te acerques a Dios y a su luz, más claramente verás las vergüenzas y los pecados ocultos en tu vida. Acércate al Señor ahora y no tardes, porque está escrito:

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