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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 5 - LOS SUFRIMIENTOS Y LA MUERTE DE CRISTO (MATEO 26:1-27:66)
29. Testigos de la muerte de Cristo (Mateo 27:54-56)MATEO 27:54-56 El centurión romano sabía que Jesús había sido crucificado bajo la acusación de blasfemia, de engañar a las multitudes y de proclamar ser el Rey de los judíos y el Hijo de Dios. Pero, ¿qué experimentó este centurión durante las horas que pasó cerca de la cruz? No presenció la muerte de un criminal común, sino la de un ser extraordinario. Lo escuchó llamar a Dios en oración dos veces. No maldijo a sus enemigos ni a quienes lo crucificaron, ni mostró enojo contra los que se burlaban de él. Por eso, finalmente el centurión exclamó: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios” (Mateo 27:54). Este pagano fue el primero en aprender, a través de la experiencia de la cruz, que Jesús era el único Hijo de Dios, y confesó públicamente su fe. Los soldados que echaron suertes por la ropa de Jesús también fueron testigos de estos acontecimientos. Al principio, quedaron impactados por el eclipse de sol y el violento terremoto. Luego, quedaron tan impresionados por la personalidad del Redentor crucificado que repitieron la confesión de su comandante: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”. Los romanos no fueron los únicos testigos presenciales de las últimas palabras de Jesús. También hubo algunas mujeres que se acercaron con reverencia y dolor al Crucificado. Ellas lo habían seguido desde Galilea y le habían servido con sus recursos, preparándole comida, lavando su ropa y permaneciendo cerca de él con devoción y pureza. Para estas mujeres, fue difícil aceptar que aquel que había triunfado sobre enfermedades y demonios ahora estuviera colgado en la cruz. Sin embargo, algunas de ellas fueron testigos fieles de todo lo que ocurrió en el Calvario. Gracias a su testimonio conocemos las siete palabras de Cristo en la cruz, así como los comentarios de los principales sacerdotes, los dos ladrones y los soldados. Estas mujeres fueron testigos oculares de la muerte de Cristo. Cuatro de ellas son comúnmente conocidas por su nombre. Su testimonio dejó en claro que las mujeres también tienen un papel importante en el reino de los cielos. Sin su presencia, no conoceríamos tantos detalles sobre la muerte del Rey de Reyes. ORACIÓN: Te damos gracias, Señor Jesucristo, porque abriste el corazón del centurión para que reconociera y creyera en tu divinidad, confesando, como el primer gentil, que tú eres el Hijo de Dios. Te agradecemos por las mujeres piadosas que te siguieron desde Galilea, te sirvieron y se acercaron a tu cruz, permitiendo que conociéramos los detalles de tus últimas horas en aquel madero de maldición. También fueron testigos de tus palabras de amor, fe y esperanza en medio de la muerte. Nos regocijamos en ti y te alabamos por haber confiado en ellas el testimonio de tu salvación consumada para nosotros. PREGUNTA:
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