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Previous Lesson -- Next Lesson MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 2 - CRISTO ENSEÑA Y MINISTRA EN GALILEA (MATEO 5:1 - 18:35)
D - LOS JUDÍOS INCRÉDULOS Y SU ENEMISTAD CON JESÚS (MATEO 11:2 - 18:35)
3. EL MINISTERIO Y LOS VIAJES DE JESÚS (MATEO 14:1 - 17:27)
d) Pedro se hunde en el lago (Mateo 14:28-36)MATEO 14:28-33 Pedro escuchó la proclamación de Cristo de que Él es el Señor. Comprendió su significado y lo creyó. Sin embargo, dudó de su experiencia y de sus sentidos, y pidió una prueba que confirmara la divinidad de Cristo, quien caminaba sobre el mar. Entonces le pidió a su Señor que le ordenara caminar hacia Él sobre las aguas. Cristo le dijo una sola palabra: "Ven". Esta palabra es una invitación que me pertenece a mí y a ti. Ven a la comunión con Cristo. No elijas otra meta, y serás más fuerte que todos los elementos de este mundo. Pedro se atrevió, a pesar de su debilidad y sus dudas. Cruzó el borde de la barca sobre el mar embravecido y, asombrado, contempló a Cristo mientras el agua bajo sus pies se convertía en tierra firme. Su fe se fortaleció gracias al poder del Creador Todopoderoso. Mientras aún caminaba sobre el mar, el experimentado pescador recordó de pronto los peligros que lo rodeaban, consciente de las profundidades del mar. Dejó de pensar en Cristo y se enfocó en el peligro que tenía delante. No mantuvo la vista en su meta, que era Cristo, sino en las olas que se precipitaban sobre él, y comenzó a hundirse. Querido amigo, todo lo que te aleja de Cristo y te preocupa ganará poder sobre ti y te corromperá. Cree solamente en Cristo y considera a todos los hombres y autoridades, en comparación con Él, como nada. Míralo a Él y nunca apartes tus ojos de Él. Cuando Pedro empezó a hundirse, gritó con miedo: "¡Señor, sálvame!". Volvió a mirar hacia su meta y no vio nada más que a Cristo caminando sobre el agua. Jesús extendió su mano, lo tomó y lo salvó. Cristo no abandonó al temeroso ni rechazó al que había fallado en la fe; lo sostuvo, lo salvó antes de que se hundiera, e hizo que el agua bajo sus pies se endureciera para que pudiera caminar quien creía en Jesús. Cristo lo salvó en ese instante sin vacilar. Cuando Pedro volvió a subir a la barca, Cristo lo reprendió por sus dudas, porque había confiado más en su experiencia como pescador que en su Señor. Jesús busca nuestra completa sumisión. Es mediante la fe plena que su poder triunfa en nosotros. ¿Te entregarás al Hijo de Dios, creyendo que Él es el verdadero Señor? Los otros once discípulos, asombrados, observaron lo sucedido. Cuando Jesús subió a la barca, la tempestad cesó de repente, y un gran silencio los rodeó, como si hubieran entrado en el cielo. Se postraron en la barca, adoraron al que había triunfado sobre las tormentas y confesaron, temblando: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios". Fue la primera vez que pronunciaron tales palabras, después de haber presenciado el milagro de los panes, de haber oído las palabras de Jesús: "Soy yo", y de haberlo visto caminar sobre las aguas. Quedaron iluminados al reconocer la manifestación de Dios entre ellos a través de su Hijo. Gracias a la fuerza de Cristo, somos elevados por encima del mundo, capacitados para vencerlo, levantados para no hundirnos en él, y fortalecidos para no sentirnos abrumados por él. Otros, como Pablo, siguieron el ejemplo de Pedro en su caminar de fe, en cierto sentido, caminando sobre las aguas con Jesús y llegando a ser más que vencedores a través de Él. Pisando sobre todas las olas amenazantes, como quien no puede ser separado del amor de Cristo (Romanos 8:25). Así, el mar del mundo se ha convertido en un mar de cristal, endurecido para soportar el peso, y los que han obtenido la victoria están de pie sobre él y cantan (Apocalipsis 15:2-3). ORACIÓN: Padre celestial, te damos gracias porque enviaste a Cristo como Señor sobre todos los elementos. Perdónanos, Señor, cuando nos asustamos ante terremotos, huracanes, guerras y la agitación de los elementos, y no miramos solo a ti. Fortalece nuestra fe para que no nos desviemos ni a la derecha ni a la izquierda, y ayúdanos a enfocarnos en tu amado Hijo para que recibamos de Él poder, paz de espíritu y la certeza de nuestra protección, ya que Él está con nosotros. Sin embargo, cuando nos hundimos en tentaciones y problemas, ayúdanos a clamar a ti: "Señor, sálvame y toma mi mano", para que podamos experimentar la mano derecha de tu Hijo sosteniéndonos y sacándonos del peligro mortal. Ayúdanos a seguirlo, aferrándonos a Él, siguiendo su ejemplo y confesando la verdad de que tú eres el Hijo del Dios viviente. PREGUNTA:
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