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MATEO - ¡Arrepiéntanse, Porque El Reino De Cristo Está Cerca!
Estudios sobre el Evangelio de Cristo según Mateo
PARTE 2 - CRISTO ENSEÑA Y MINISTRA EN GALILEA (MATEO 5:1 - 18:35)
C - LOS DOCE DISCÍPULOS SON ENVIADOS A PREDICAR Y SERVIR (MATEO 9:35 - 11:1)
3. LOS MÉTODOS DE DIFUSIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS (MATEO 10:5 - 11:1) -- LA SEGUNDA RECOPILACIÓN DE LAS PALABRAS DE JESÚS

c) Ánimo en medio de los problemas (Mateo 10:26-33)


MATEO 10:28
28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.
(Hebreos 10:31; Santiago 4:12)

Estas palabras son fáciles de decir, pero la realidad es difícil de soportar. Cuando se trata de enfrentar pruebas, latigazos, prisiones, espada y fuego, el corazón más fuerte temblará y tratará de escapar, sobre todo cuando es posible evitarlas transigiendo.

Jesús mencionó la frase "no teman" tres veces en su discurso al enviar a sus discípulos a predicar. Este mandato es una orden divina: no debemos temer a los hombres, a la muerte ni a Satanás, aunque el miedo provenga de príncipes, padres, demonios u otros horrores.

¿Qué teme el hombre? ¿Teme al sufrimiento? Es solo una introducción a la muerte. ¿Merece la muerte ser temida? No. Si Cristo vierte su vida en nosotros, no moriremos, sino que viviremos para siempre. ¿Tememos la vida más allá del velo de la muerte? No. Porque la sangre de Cristo lavó nuestras conciencias de todo acto impuro, y el Espíritu Santo nos consuela. ¿Tenemos miedo de Dios? No. Porque Él es nuestro Padre. Toda la humanidad, excepto el verdadero cristiano, tiene miedo y tiembla por su justo juicio. En cuanto a nosotros, Él nos hizo sus hijos amados, si su Espíritu verdadero mora en nuestros corazones.

Cristo fortaleció a sus discípulos contra estas tentaciones espantosas. Nos da una buena razón contra este miedo, basada en el poder limitado del enemigo. Solo pueden matar el cuerpo, que es lo máximo que su furia puede hacer, si Dios se lo permite, pero no más allá. No tienen derecho a matar o dañar el alma, ya que el alma está dentro de la persona. El alma no, como algunos sueñan, cae en sueño al morir, ni deja de pensar y percibir; de lo contrario, matar el cuerpo también sería matar el alma. El alma será atormentada cuando se separe de Dios y de su amor. Esto está fuera del alcance de su poder. La tribulación, la angustia y la persecución pueden separarnos de todo lo que hay en este mundo, pero no pueden interponerse entre Dios y nosotros, no pueden hacer que no lo amemos, ni que dejemos de ser amados por Él. Si nos preocupáramos más por nuestras almas que por nuestras riquezas, deberíamos tener menos miedo de los hombres, cuyo poder no puede robarnos nuestras almas. Solo pueden matar el cuerpo, que puede morir rápidamente por sí mismo, pero no el alma, que disfrutará y permanecerá en los reinos de Dios a pesar de ellos. Solo pueden aplastar el gabinete, pero la perla preciosa permanece intacta.

Entonces, ¿cómo pudo decir Jesús que debemos temer a Dios? ¿Y que solo Él puede arrojarnos al infierno? Cristo nos declaró el severo mandamiento de temer a Dios si consideramos que la seguridad de nuestra vida es más importante que la dignidad y el amor de nuestro Padre celestial, y nos apartamos de nuestra fe en Cristo. Entonces nuestro Padre se convertiría en nuestro Juez, porque hemos pisoteado su salvación por temor a los hombres. Estaremos ante Él y daremos cuenta de cada palabra ociosa que dijimos, de cada centavo que gastamos y de cada intención que tuvimos. Bendito sea el hombre que ya ha confesado todos sus pecados al Dios santo. Si no fuera por la sangre de Jesucristo, estaríamos abrumados por el miedo y la desesperación, pero Jesús nos salva de la ira venidera, para que podamos vivir siempre en paz eterna.

ORACIÓN: Oh Padre celestial, tu Espíritu Santo nos declaró que no hay temor en el amor, porque el amor perfecto echa fuera el temor. Perdónanos nuestro poco amor hacia ti si hemos llegado a temer a la muerte más que a ti. Llénanos con tu amor para que podamos amarte como tú nos amas, y que podamos amar a nuestros enemigos como tú los amaste y sacrificaste tu vida por ellos. Fortalécenos en el amor para que podamos dar testimonio de ti con palabras y hechos, en oración y pensamiento, a aquellos a quienes tu Espíritu Santo nos guíe. Abre los oídos de nuestro corazón para que podamos escuchar tus indicaciones y obedecer tus palabras.

PREGUNTA:

  1. ¿Cómo podemos superar el temor a los hombres cuando damos nuestro testimonio?

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