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11. Sanación de dos ciegos y un mudo (Mateo 9:27-34)

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MATEO 9:27-31
27 Al irse Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritándole: —¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David! 28 Cuando entró en la casa, se acercaron los ciegos y él les preguntó: —¿Creen que puedo sanarlos? —Sí, Señor —respondieron. 29 Entonces tocó sus ojos y dijo: —Que se haga con ustedes conforme a su fe. 30 Y recobraron la vista. Jesús les advirtió con firmeza: —Asegúrense de que nadie se entere de esto. 31 Pero ellos salieron para divulgar por toda aquella región la noticia acerca de Jesús. (Mateo 8:4; 20:30; Hechos 14:9)

La promesa hecha a David, de que de su linaje surgiría el Mesías, era ampliamente conocida, y por eso al Mesías se le llamaba comúnmente “el Hijo de David”. En la época de Jesús había una expectación general por su aparición. Estos dos ciegos sabían y proclamaban por las calles de Cafarnaúm que Él ya había llegado y que Jesús era Él, lo que agravaba la locura y el pecado de los sumos sacerdotes y fariseos que lo negaban y se oponían a Él. Aquellos dos ciegos no podían verle a Él ni Sus milagros, ¡pero por la fe vieron más que las personas con vista!

Cristo vivió entre los judíos, pero sólo unos pocos de ellos reconocieron que era el Mesías, pues la mayoría esperaba un Salvador político. Por lo tanto, permanecieron ciegos a pesar de tener los ojos abiertos y mentes reflexivas. Hoy en día, muchas personas piadosas y eruditas creen conocer a Jesús, pero no perciben Su santa realidad. No reconocen el espíritu que da paz a sus corazones. Sin embargo, los dos ciegos creyeron que Jesús era descendiente de Abraham y que era el rey divino prometido en el Antiguo Testamento (2 Samuel 7:12-14). Gritaron abiertamente rogándole que los curara, pero Cristo no respondió inmediatamente, pues pondría a prueba su fe. Pasaron esta prueba, siguieron a Jesús y se mantuvieron cerca de Él hasta que llegaron a casa de Pedro insistiendo en su petición. Entonces Cristo honró su celo confirmando su fe con Su poder. Les preguntó si de verdad creían que Él era capaz de realizar una hazaña tan singular, y ellos respondieron: “sí”. ¿Compartimos hoy con ellos su creencia y decidimos que Jesús es AQUEL que es capaz de sanar y salvar, y dirigimos nuestras peticiones a Él, franca y llanamente a pesar de la oposición que nos rodea?

Después de su confesión de fe, Cristo tocó sus ojos con Su mano, y ellos sintieron Su amor y poder sanador. Ellos lo vieron primero. Su visión causó una profunda impresión en sus corazones. Reconocieron en Él al todopoderoso Salvador y Rey, y su fe se tradujo en una visión verdaderamente espiritual.

Es extraño que Jesús les impidiera difundir la noticia de su curación, pero Él no quería que la gente viniera tras Él por los milagros. Su propósito era crear en Sus seguidores la fe que se basa primero en el arrepentimiento, para que sus corazones cambien, sus mentes se renueven y se liberen de la ceguera espiritual y caminen conscientemente en la luz de Dios. ¿El amor de Jesús te hizo recibir la vista espiritual? ¿O todavía vives lejos de Él, ciego en las tinieblas de los pecados y sin salvación?

ORACIÓN: Te damos gracias, Padre Celestial, por abrir nuestros ojos por gracia para verte y amarte. Nos convertimos en tus hijos por fe, así que por favor permítenos continuar en Tu amor para reconocer Tu gloria y postrarnos ante el trono de Tu gracia orando por nuestros vecinos y amigos, para que Tú también los sanes y abras sus ojos y sus corazones para que puedan verte y experimentar Tu misericordia y amor.

PREGUNTA:

96. ¿Cuál es el secreto de la curación de los dos ciegos?

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